Mindfulness es la práctica de estar presente, consciente del momento presente.

Cuando lo practicamos prestamos atención a lo que sentimos y lo que pensamos, a los sentidos y a nuestro entorno, reconociendo lo que está pasando en cada momento sin juzgar.

Esta manera de prestar atención al presente nos permite responder de manera consciente a lo que realmente está ocurriendo en vez de ser controlados/as por nuestras reacciones automáticas.

La gran mayoría de nosotros/as, gran parte del tiempo, no tenemos nuestra atención en este momento. Por ejemplo en el acto de comer estamos al mismo tiempo hablando, pensando en lo que hay que hacer o viendo la pantalla de la tele o el móvil. Comemos con el piloto automático puesto y muchas veces sin ser conscientes del diálogo/monólogo interno que tenemos.

No ser consciente de lo que estamos pensando no significa que no seamos afectados/as por esos pensamientos. Todo lo contrario: estamos a la merced de ellos. Al pensar sin ser conscientes de que estamos pensando nos convertimos en marionetas de nuestra propia mente y de las fuerzas exteriores que saben manipularla. En este estado automático realmente no tenemos posibilidad de responder conscientemente ni gestionar adecuadamente las distracciones internas ni externas.

Con mindfulness desarrollamos la capacidad de dirigir nuestra atención con más concentración e intencionalidad desarrollando lo que se llama metacognición La metacognición nos permite ver con mayor claridad y con una perspectiva más amplia. Para ver algo con claridad necesitamos cierta distancia  respecto a lo que estamos observando. Esto es especialmente importante cuando se trata de nuestros propios procesos internos. Mindfulness nos proporciona esa distancia.

En resumen, podemos decir que cuando invertimos nuestra atención limitada de manera inteligente y deliberada, nos enfocamos más profundamente, pensamos más claramente y nuestras acciones se alinean con nuestras intenciones.

El entrenamiento de mindfulness incluye tanto reflexiones como meditaciones y es algo que todo el mundo puede aprender.

Tu atención determina lo que percibes, aprendes y recuerdas; qué tan estable o reactivo/a te sientes; qué decisiones tomas y qué acciones realizas; cómo interactúas con los demás y, también, tu sentido de realización y logro.

Por eso podemos decir que a lo que le prestas atención es a tu vida. La atención es un recurso polivalente que utilizas para todo lo que haces. No hay un aspecto de tu vida que no esté profundamente determinado por tu capacidad de prestar atención y de saber en qué ponerla y en qué no.

La elección de tener la atención donde queremos sólo la tenemos si somos conscientes de ella y si la hemos entrenado.